DADOS DE BASALTO

16 julio 2019

Submundos.

Submundos.
Hay otros mundos, pero están en éste, decía Paul Éluard, quien tal vez vivió en dos de ellos. Los más relevantes, el de la pobreza y el del mumdo moderno. Tal vez por eso optó por el compromiso social.
Cada año suelo participar dos veces en el Plan de Empleo Social y te das cuenta de que efectivamente hay dos mundos. En uno, el nuestro, la gente juega al pádel o, como yo, practica la esgrima. Estudiamos, trabajamos, vamos al cine y cogemos vacaciones a la playa, o incluso recorremos el mundo en busca de algo que sea distinto a nuestra rutina. En el otro mundo se vive de subsidios, se tienen hijos de varias parejas, se sobrevive sin vivir y por supuesto no se estudia, ni se estudiará jamás. Hace ya muchos años tuve la desgracia de participar en la retirada de un menor de sus padres (hoy ya casi no se hace, aunque dudo de que eso sea mejor) y el padre se empeñaba en que cogiendo espárragos podía mantener a su familia y darle de todo a su pequeño. No sé nada más de aquello, el tiempo pasa y ni la luna ni el sol se preocupan de si nos va bien, mal o regular.
Casi todas las personas que quieren un trabajo en el Plan de Empleo Social tienen historias que ningún melodrama holliwoodense sería capaz de retratar. Almodóvar tampoco. Maltratos, violaciones en familia, alcohol, drogas, desempleo, desestructuración familiar son algunas de las guindas que adornan a los excluidos sociales. Y tiene pocos visos de cambiar. Ya Jensen en los sesenta del siglo XX concluyó, para regocijo del capital y los republicanos que todo intento de ayuda social a las clases desfavorecidas y negras era tirar el dinero. Pero todos sabemos que hasta la estatura y el tamaño cerebral aumenta con solo mejorar la alimentación. Nunca nos vamos a encontrar y es la prueba de otros dos submundos.
Es un hecho que la inteligencia y el poder económico y social tiene un denominador común que es el código postal. Los hijos de los ricos, salvo tontos sin remedio, suelen tener mejor formación, mejores vidas y mucho más dinero que los hijos de los pobres, pero tal vez estemos confundiendo la causa y el efecto y baste simplemente creer lo que todos intuimos: que nadie hace dinero honradamente.
Hay otros mundos pero están en éste. Éluard, poeta surrealista visitó a Dalí con Gala. Ya sabemos cómo terminó aquello. Un aleteo de mariposa provoca terremotos en Japón, dicen los que saben de mecánica cuántica. Así que nada está escrito, pero parece claro que, como decía Jesús, nunca dejará de haber pobres ¡Qué lástima de mariposas aleteando sin parar!

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