Hoy habría cumplido un año más y ese era otro motivo para juntarnos a la noche. El trabajo en la pequeña tienda no le habría impedido preparar la tradicional sopa de almendras, el roastbeef o los entremeses con huevo hilado. Imagino que estaría cansada al anochecer pero radiante de vernos alrededor de la mesa, esa grande que mi padre arma estas fechas. Hoy no estará de modo físico pero no dejará de aparecer en todo el día. Nos acompañará en la cocina. Tal vez indique, sin que yo sepa explicar cómo, el ingrediente más secreto de la salsa y cuando añadirlo; acariciará a los nietos más pequeños y nos abrazará a cada uno de modos distintos, orgullosa de ver a sus hijos tan mayores. Se sentará entre nosotros y aunque es previsible que lloremos, no dejaré que la tristeza nos invada. Al fin y al cabo hoy es su día. Lala nació en una noche buena.
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