Cada vez que tenemos un pensamiento, se reduce la resistencia bioquímico/electromagnértica a lo largo de la senda neuronal que lo transporta. Es como tratar de despejar un sendero en medio del bosque. La primera vez es una lucha porque hay que abrirse paso a fuerza de machete a través de la maleza. La segunda vez que se recorre, el camino será más fácil gracias al terreno que se desbrozó en el primer viaje. Cuantas más veces recorramos la senda, menos resistencia habrá, hasta que después de muchas vueltas, se transforme en un camino ancho y sin accidentes que ya casi no necesite limpieza. Una función similar se da en el cerebro: cuanto más se repitan, con menor resistencia tropezaran los modelos o mapas de pensamiento. Por consiguiente, y esto es de la mayor importancia, la repetición en sí misma incrementa la probabilidad de repetición. Dicho de otra manera, cuanto mayor sea la frecuencia con que se produce un "hecho mental", más probable será que vuelva a suceder.
[Buzan. El libro de los mapas mentales. Desde Urano]
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