En invierno el Báltico se hiela -el año pasado no- y se va de Helsinki a Tallin en coche. Nosotros vamos hoy en barco. Son lanchas rápidas de nombre Superfast, Superstar y así. Te plantas en la capital estona en 2 horas. Barco con bar [el sitio más visitado por esta gente], música discotequera [nos han puesto "Que viva España" pero cantado en estas lenguas bárbaras que no han conocido el latín] y mucha gente que va a comprar allí [sobre todo alcohol] porque es más barato. Los jardines de Catherina -se plantan cada primavera porque el invierno de -27ºC acaba con todas las flores-, el campo de las canciones -dice que nunca han sabido pelear y todo lo han logrado cantando, incluso la libertad de Rusia-, y luego, claro, todo el Tallin medieval. Uno sabía que era hermosa pero es más de lo supuesto. Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Cerveza local elaborada aquí, al estilo más tradicional pero también con miel. El cerdo es la estrella de la cocina a pesar de estar besando el mar. Los precios tres veces más baratos que en Helsinki. En todo el centro histórico aceptan euros. Tallin tiene setenta días de sol al año. Hoy ha sido uno de ellos. ¡Muy bien! No nos queremos ir. Al volver todo el mundo lleva más de una maleta. No son turistas si no los habitantes de la capital finesa. Dentro de ellas alcohol, el paso fronterizo es inexistente, Estonia es de la UE y entre bomberos no está bien pisarse la manguera
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