Hábitos

Camina por la calle Encarnación un fraile dominico. Parece una estampa antigua: Unos hábitos y una calle estrecha con arcos y vacía. Solos él -camino de la catedral- y yo que acabo de tomar la calle en la misma dirección. El hechizo se rompe cuando entra un turista, cámara en mano, en sentido opuesto. Lleva un sombrero tipo Panamá pero de ala más ancha, pantalones cortos y un chaleco impoluto sobre una camisa de manga larga. Las botas son también de tipo expedición -podrías subir a la montaña o atravesar un charco y no coger frío ni mojarte los pies. El turista podría -con esa guisa- estar en la jungla si acaso esa ropa sirviera para viajar a algún sitio más allá de la tienda en que le engañaron para comprar tal ropa. Justo al cruzarse con el fraile se vuelve futivamente y le roba una foto. Feliz como un niño la admira y manipula en la LCD de la cámara y me sonríe orgulloso al acercarse a mi altura. ¡Vaya pinta! -le digo en voz alta. Y siguió sonriendo.