Ha amanecido como si debiéramos algo al cielo. Viento y lluvia que parecía infinita. Luego todo se ha calmado y en el camino a Alta hemos alcanzado los 15ºC -que para aquí es un logro. Lo primero ha sido la visita a Honnisvag, 4.500 habitantes, capital de Magerøya. Visita al Bar de Hielo, regentado por dos ex-guías españoles. ¿Qué lleva a alguien a venirse a vivir aquí? ¿Que lleva a Juan -momentáneamente adoptado por estos ex-guías a recorrer el mundo en bicicleta? De aquí en unos meses va al Outback Australiano, así que hemos charlado un rato sobre aquella isla. Total, que todos los marzos cogen bloques de hielo y montan el bar. Lo mantienen -dicen- a -5ºC, pero a los diez minutos de estar ahí, tomando algo en vasos de hielo, te parecen -25ºC a pesar del poncho térmico que te proporcionan. Honnisvag tiene un muelle precioso. Recuerda -salvando distancias- al de San Francisco. Ha llegado el Hurtigruten que viaja de Bergen a Kirkenes [34 puertos en la llamada travesía más hermosa del mundo] Más cosas, hoy he comido la carne de ballena ¡por fin! El primer bocado recuerda al hígado, pero luego el sabor es distinto. La carne llena mucho. Luego hacia las pinturas rupestres de Alta descubiertas en 1973, gravadas en roca, aunque ahora las pintan de rojo [¿para verlas mejor?, ¿por el turismo? ¡Los criterios de restauración!] Lo más especial de ellas son las escenas de pesca [cangrejos reales, rodaballos y por supuesto salmón] ¡Fascinante! A la salida hay un pequeño museo que pretende tener muchas cosas. Hasta cañas antiguas, carretes y moscas de pesca de salmón. ¡Muy bien! Mañana el día será largo añana el día será largo.
En el Ice Bar. Un oso que aún disecado da miedo. El puerto con el Hurtigruten al fondo y el duende delante.
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