Rumanía, 4 de agosto

Atravesando el desfiladero del rio Olt [también sucio] hemos entrado en el santo monasterio de Cozia [1386]. Los monasterios están rodeados por cenobios de monjes o monjas. Dicen que algunos cuentan con 400 monjas. Aquí no hay órdenes así que todos y todas visten igual. Negro riguroso. Una fuente en la entrada sirve para que la gente se refresque, beba y ¡sorpresa! eche billetes en el agua [estos billetes de lei son como de plástico así que no se mojan realmente] Ceaucescu recomendaba a los miembros del partido no ir a las iglesias pero el país está lleno de ellas [no he visto nunca una densidad tan elevada] así como de altares en cualquier cruce de caminos. Empezamos a conocer el rito ortodoxo. Sus misas de cuatro horas [aunque se puede salir y entrar a voluntad] sin asientos, las postraciones en el suelo, los miles de besos a las imágenes. Se compran velas delgadas para ofrendar a los vii o a los morti. También papeles en los que se escriben peticiones. Estos se entregan luego a los padres junto con un donativo. Ellos - parece siempre haber uno de guardia- las leen, las marcan [una especie de visto bueno] y las guardan para pedir luego por ellas.

Cruzamos ciudades. Ahora la UE empieza a hacer alguna autopista. Parece que hemos retrocedido en el tiempo treinta años. Aunque mi hija no lo crea, España era algo así.