Aunque a veces he escuchado a algún “educador” afirmar, sin atisbo de pudor, que su misión es transmitir información o formación, pero que la educación es cosa de los padres, afortunadamente la mayoría no opina así y sabe que educar es mucho más que eso.
También se encuentra uno –a veces- a padres que hiper-protegen de modo erróneo a los hijos, haciéndoles flaco favor al defenderles ante su falta de estudio o concediéndoles el mínimo deseo , evitándoles asumir responsabilidades y viciando su formación para siempre. Pero también aquí, son algunos casos concretos, ya que mayoritariamente todos tratamos de que nuestros hijos crezcan en autoestima, y sabemos que sólo es posible si asumen responsabilidades y afrontan con entereza sus errores y los corrigen.
También se encuentra uno –a veces- a padres que hiper-protegen de modo erróneo a los hijos, haciéndoles flaco favor al defenderles ante su falta de estudio o concediéndoles el mínimo deseo , evitándoles asumir responsabilidades y viciando su formación para siempre. Pero también aquí, son algunos casos concretos, ya que mayoritariamente todos tratamos de que nuestros hijos crezcan en autoestima, y sabemos que sólo es posible si asumen responsabilidades y afrontan con entereza sus errores y los corrigen.
El problema es que aceptando que recibimos formación adecuada en la familia y la escuela, seguimos teniendo conductas delictivas. Todos los educadores [y eso incluye a familia y profesorado] tenemos que hacer un gran esfuerzo por cambiar las actitudes propias y ajenas. Para ello hemos de tener en cuenta que la actitud se forma con tres componentes que son condición necesaria para la misma, de manera que si falta sólo uno, la actitud será errónea.
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