DADOS DE BASALTO

26 junio 2006

¿Qué debe buscar la educación?

El gran reto que tiene la educación hoy en día, no debe dirimirse en la cancha antideportiva de religión si o no. Este tipo de apuestas simplistas sólo conducen a desviar la atención de los verdaderos problemas. Uno de ellos es el fracaso escolar, [40% en secundaria, por mucho que se maquillen los números] del que podemos hablar largo y tendido, pero no ahora. Otro es la incapacidad del sistema educativo para evaluar la inteligencia.

Tras décadas centrándonos en una evaluación formal de los conocimientos, empezamos a vislumbrar que tener un alto Coeficiente Intelectual no solo no garantiza acabar los estudios de bachillerato y menos aún los superiores, sino que tampoco procura el éxito en la vida y menos aún la felicidad.

El problema es que, como Gardner ha dicho en múltiples ocasiones, no debería interesarnos tanto el «How smart you are?» [cuánto eres de inteligente] sino el «How are you smart?» [de qué modo eres inteligente] es decir, partiendo de que nuestra inteligencia es fundamentalmente el modo de adaptarnos al medio, -igual que las garras le sirven a un león- cada uno puede hacerlo de distintos modos. A veces me sorprende alguien hablando de lo inteligente que es otra persona, sin embargo ese comentario suele ir dirigido indefectiblemente a la inteligencia académica formalmente evaluada. Mi respuesta es que todos -salvo problemas genéticos u hormonales, y esto aún está por demostrarse- somos igual de inteligentes, pero de distinto modo. Así unos desarrollan una gran capacidad práctica y de sentido común, otros capacidades artísticas y/o musicales, otros de trato social, incluso algunos de autoconocimiento personal y religioso, y así sucesivamente en una lista interminable de potencialidades.

El reto de la sicología y la educación debería ser descubrir las potencialidades que todos tenemos y ayudarnos a desarrollarlas en su sentido más pleno. Pero esto implica reconvertir la educación y enseñar a pensar, y a tanto cambio no está nadie dispuesto a llegar. Es más fácil seguir discutiendo sobre diversificación curricular o religión, y aún más suspender a los alumnos en conocimientos curriculares ¡Lástima!

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