Pues eso, los que me leéis ya sabéis que mis años comienzan a mediados de julio, así que ya terminó el año 2017. No ha ido mal, aunque ha sido un año muy solitario he conocido a más gente nueva que ha aportado cosas a mi vida (no los menciono) y, sobre todo, ha desaparecido la gente que me robaba, eso ha sido genial. Yo advierto a quien me quiera escuchar de qué tipo de gentuza es, pero nadie escarmienta en cabeza ajena. El Yoga ha sido una parte muy importante en mi vida. Tengo mucho que agradecer a Anahata para quien todo es yoga. Ella y mis compañeros saben ya mucho de mí sin saber absolutamente nada.
A nivel de estudios ya tengo 150 créditos, lo cual es más de la mitad y, aunque quien manda ha puesto palos en mis ruedas, sé que de un modo u otro terminaré la carrera, aunque eso sí, ya no tengo la necesidad de ocupar mi cabeza en cosas de libros y créditos como la tuve cuando empecé T.S.
De viajes no ha ido mal. Estuve con los mayas, y lo mejor fueron las cosas que hice con la gente nueva que conocí. Con ellos sigo aún compartiendo chascarrillos y espero tener un revival pronto. Conocí el encanto colgante, que era una falta grave en mi agenda, volví a nadar en el mar (y estuve muy bien acompañado. Afortunadamente no todo el mundo me abandona). He pasado una semana en una de las ciudades más bellas del mundo y he intentado impregnarme de los valores renacentistas para aplicarlos en mi vida. Sigo vivo, lo cual es de lo mejor. No ha sido un mal curso, espero que el próximo sea al menos igual.
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