El coto, dice, va a pasar a manos privadas. Unos alemanes han hecho una oferta para construir bungalows y gestionarlo como paraíso de vacaciones. La Junta, como no tiene dinero -argumenta quien compite a mi lado por obtener un pez- cederá. -Mejor así, continúa, la gente es muy guarra.
Observo los botes de cebo abandonados (una constante en los pantanos y lagunas). Entonces suena el despertador, pi, pi, pi, pi, pi y de la tienda sale un "pescador" gordito corriendo como no lo hará en otras ocasiones, a tirar de la caña que ha enganchado un carpín inocente. No hay solución, le digo.