La norma, que a menudo incumplo, se me presenta clara cada vez que busco un libro y no está entre mis tesoros. Entonces devano cada circunvolución de la corteza cerebral tratando de recordar a quién le deje el preciado ejemplar y sobre todo ¡en base a qué calidad de amistad -no correspondida por no haberlo devuelto- me dejé arrastrar por su petición y se lo dejé!. Otra ventaja de la tableta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario