España (que es religiosa por naturaleza) realiza un nuevo paso del desierto (el bíblico duró cuarenta años, este ni idea). Como en aquel, cumplimos los mandamientos que el dios FMI nos dio. El Gran Sacerdote del Banco de España también nos advierte de los falsos ídolos. El salario acabará en sal solo. En esta travesía cada día quedan fuera miles pero nada es importante comparado con la tierra prometida: Un despido libre y barato. ¡Aleluya!
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