DADOS DE BASALTO

08 junio 2010

El capitalismo, ese grandísimo hijo de puta

No sé casi de nada, menos de economía y puede que quién me lea diga que soy necio o cosas aún peores pero no me arrepiento del título de esta entrada.
El asunto, tal y como lo veo, es el siguiente: Se ha refundado -o más bien refundido- y matado al comunismo por no producir riqueza y fometar la igualdad pero nadie ha sido capaz de meter en vereda nunca al capital, que explota, no ya de por vida, si no de por siglos, tanto que elijas a quien elijas (demócratas, democristianos, liberales, de derechas o de izquierdas) siempre eres gobiernado igual, en contra de la clase obrera a quienes nos hacen creer que somos clase media por el hecho de que tenemos una vivienda, una tele de plasma -para ver mucho furbol- y un automóvil de vez en cuando.
El caso es que tengo pavor a que hayamos llegado al límite del péndulo que nos permiten los cuatro mangantes que encima tienen la desfachatez de reunirse para decidir que van a hacer con nosotros, los incómodos trabajadores que existimos y tenemos ganas de salir o ir de vacaiones, y cómo van a ganar más dinero haciéndonos creer que somos felices y afortunados. Y temo que el péndulo está volviendo ahora a los inicios de la revolución social que sucedió porque no había ningún derecho. A la reducción de salarios seguirá el aumento de la edad de jubilación, pagaremos por visitar al médico, daremos más horas de trabajo, se suprimirán las pagas extras, las vacaciones y lo de no trabajar los sábados y domingos. Y todos los logros sociales de los países desarrollados y esos pequeñitos que tenemos los países con ganas de ser desarrollados, se irán por la alcantarilla en un plis, plas, porque tenemos que ser solidarios, porque la cosa está muy malita, porque los mangantes de siempre no ganan suficiente y tienen que ganar más.
El mayor éxito de los obreros fue conseguir tiempo libre. Hace muchos años las familias alemanas salieron a la calle y los hijos portaban pancartas pidiendo estar con sus padres los sábados, pero entonces el capital abrió 24 horas, fines de semana incluido, y la gente aceptó trabajar lo que fuera para poder conseguir un coche de 120 hp con llantas de aleacción. ¡Son listos estos tipos!
Seguiría diciendo y diciendo, pero ni con ello me van a leer más que quienes ya me leen, ni tampoco conseguiré nada mejor. Pero, cuidado, no sea que tenga razón y volvamos a dónde ya estuvimos. Primero vinieron a por los comunistas, decía Bertolt Bretch, y acabaron viniendo a por mí.
Al menos me he desahogado. Gracias por leer.

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