DADOS DE BASALTO

13 marzo 2009

Noche (2)

PDAs y móviles podían descartarse de inmediato. Alarmas programadas inconscientemente o desprogramadas por desconocimiento habían, hace años, ocasionado la búsqueda del aparato y su apagado inmediato rodeado de maledicencias. Ahora todos esos chismes morían al anochecer. En alguno, incluso, no era necesario hacerlo de modo consciente porque las maravillas de la técnica permitían programar su apagado cuando uno quisiera y las 21 horas era el punto final. ¡Ni una llamada más!
Tal vez el niño había soñado el sonido. Un sueño tan real que le hizo creer que la alarma sonaba en casa.
-Acuéstate -le dijo en un tono amable y agresivo a la vez.
El chaval se dirigió al dormitorio y esperó un rato a que su padre apareciera y le arropara hasta el cuello dándole un beso.
Maldito sueño -pensó- y siguió buscando como un zombi intentando localizar un artilugio con alarma.
La habitación de estudio se disponía en una sala rectangular acotada por estanterías. Sobre la, larga, mesa se hallaban el portátil, la impresora y un considerable desorden de libros usados reciéntemente o previsíblemente por usar. Reparó en el calendario electrónico de sobremesa y comprobó que una diminuta campana aparecía en el mismo. "Te tengo" -le dijo- pero al manipularlo comprobó que no se había programado ninguna hora de alarma y que en caso de descontrol motivado por algún fallo de corriente la hora habrían sido las 00:00. Ahora sin embargo eran las dos de la mañana.
Pic, pic, pic. Desconectó el calendario, campana incluida, y se dispuso a volver a la habitación. Al girar sobre sí se encontró con otra figura que había estado a su espalda sabe Dios cuánto tiempo y no pudo evitar dar un grito y sentir como se abrían sus vías respiratorias y se aceleraba el corazón.
-¡Mierda! -le dijo a su mujer- ¿quieres matarme?
-Está sonando una alarma -respondió.

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