DADOS DE BASALTO

18 febrero 2009

Martita

Martita está conmigo en casa. Me acompaña desde hace muchos años. No sé exactamente en qué momento alguna niña decidió olvidarla en la oficina. Durante mucho tiempo esperé a que la dueña volviera pero al final la muñeca se acomodó encima del calendario de mesa y decidí adoptarla marcando mis iniciales con un rotulador [dicen que] indeleble. Ahora Martita está de nuevo de mudanza. Si todo va bien tendrá un nuevo domicilio en otra calle y otra oficina. El último día, recogeré las notas que Silvia ha ido escribiendo en post-it y esparciendo por la estantería. También las que mi hermana Beatriz depositó en otras ocasiones. Sin ponerse de acuerdo las escribían a mis espaldas y luego yo, tarde o temprano, en un repaso cotidiano de objetos las hallaba. Son esas cosas las que no se pueden olvidar, las más importantes, las que al leerlas hacen que abandones tus ganas de llorar o de tirar cosas por la ventana, las que te recuerdan que hay gente que te quiere mucho.

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