A principios del siglo XX James y Cannon discreparon sobre si el evento desencadena la emoción o la emoción interpreta el evento. Pruebas hay para todos los gustos y no acaban los sicólogos de poner acuerdo salvo a través de teorías tan conciliadoras como integradoras. Un ejemplo que apoya a lo físico antes que a lo mental es lo que llamamos feedback facial. Si pones una sonrisa en tu cara, realmente te sientes más contento. Los cambios en la expresión facial alteran la temperatura de la circulación sanguínea en su camino al cerebro y por tanto pueden modificar la manera en que nos sentimos. Hay experimentos que lo corroboran. Además, esa expresión "forzada" influye en los demás proporcionando una respuesta similar. Sí ya sé que es difícil casi siempre, sobre todo si tienes que tratar con algunos que yo me sé, pero ¡sonríe, aunque sea sin ganas, por favor!
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