A más crisis compramos más lotería y a mayor desesperanza más echamos mano de los sueños. Aplícase también en lo público. El inminente alumbrado navideño se mostrará en todo su esplendor. No podemos renunciar a la esperanza si es lo único que queda. Lo saben los reyes magos y así ha de ser para no morir de rabia o promover una revolución social [¿qué pasará en las casas en las que ya no entra ni un sueldo?.] Los comercios no han quitado el cartel de rebajas en toda la temporada. Empalmarán con las de enero y no necesitan si quiera cambiar el nombre. Los ayuntamientos -un tío mío los llama "hay untamientos"- están muy contentos con su plan de rescate. Los grandes siempre tienen un plan de rescate o un contrato blindado. El problema está siempre con quien tiene poco. Para estos y el veinte por ciento que vive en el umbral de la pobreza no hay más que rebajas, sólo rebajas.
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