Los culpables, si ha de haberlos, siempre son los otros. Habitual e indefectiblemente alguien de menor poder que el culpado en primera instancia. Puede llamarse menor, secretaria de juzgado o mecánicos de mantenimiento. El nominalismo es eso, un nombre. Lo que queda es la esencia y se expresa en "ya estaba así cuando llegué" -como dice el gran educador Homer Simpson. Siempre son los otros. Estar en las alturas implica exención: "yo solo firmo lo que me ponen" y excusas similares. Si tienes buenos zancos nunca pisas el barro. A lo más, pisas a quien trabaja cerca de el. Con mala suerte, y si acaso, te toca después de muerto, y -aún así- está por ver que suceda.
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