He dejado pasar días desde la noticia de una nueva asociación de inmigrantes, esta de mujeres. Es probable que cada asociación insista en un detalle que pase desapercibido a las otras doscientas mil ya existentes. O simplemente cumpla las leyes de formación de grupos en las que uno más grande se escinde para formar otros nuevos con la gente descontenta. Tal vez -y esto es aún peor- sea una forma de repartir el poco pastel existente entre más comensales. Quizás venga propiciado por los que reparten el pastel. Divide y vencerás. A lo peor más grupos y más asociaciones sólo consiguen más ghettos y más diferenciados. Nichos de escaso poder pero sin embargo confortables a sus familiares miembros.
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