Dicen los malpensados que TVE está metiendo mano en la votación de Eurovisión para que la canción de Chikilicuatre -que ya todos tarareamos- no se convierta en la canción que nos represente. Es lo que tiene la votación popular que no siempre sale lo que necesitamos, ni tampoco lo mejor. Entre los años 70-80 del siglo pasado, cuando en la Iglesia se movían algunos aires de renovación [¡increíble ¿no?!] aquellos que impulsaban la democratización eclesial huían, como si de la peste se tratase, de la idea de pedir votaciones populares para temas como el celibato [por poner un ejemplo, ahora que vuelve insistir en el tema la iglesia alemana]. "Si vota la gente que participa de los actos religiosos -decían- votará que no".
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