-El cuarzo protege tu alma -me dijo el Chamán.
-Lo mejor de todo -apostilló la doctora- es que aunque no creas en ello funciona.
Cogí el cuarzo y estaba caliente. Mi razón me dice que fueron las manos de él las que lo calentaron primero pero a mi me va mejor desde que recibí un cuarzo la noche del solsticio de verano pasado. Anoto: ¡Hay que entregar uno de estos a mi compañero!
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