Más allá de sentimientos religiosos siempre he creído y defendido que un pueblo, ciudad o capital debe tener su patrón y además celebrarlo. El nuestro, como ha pasado a veces con los martes mayores -anteriormente turísticos-, se reubica, demodela, reaparece y desaparece. De chico a uno le decían aquello de Fulgens refulgens, pero los tiempos cambian y ahora no estamos para banderas de ningún tipo. Toda España saldrá el puente de la Constitución. Lo sé porque a estas alturas no encuentro un hotel en condiciones en Lisboa. Nuestro puente local de ferias será otra desbandada, eso sí, local. En el fondo, la gente hoy en día se va cuando quiere haya o no rebajas, pan o circo.
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