Era yo un niño y contaba, casi con agobio, los años que me faltaban para llegar al 2.000. Tendré cuarenta, pensaba, sí, es posible que llegue a verlo -me decía. Pero llegó el milenio y como todos los milenios de la historia no aportó nada insólito. Ni siquiera la catástrofe cibernética anunciada. Ni los coches volaban, ni el mundo era sustancialmente distinto. Ahora la Nasa promete colonizar la luna en el 2.023, incluso pasear con buggies presurizados por ella. Ya ni cuento los años que quedan. Sé que no llegaré a verlo porque sencillamente no ocurrirá. Ya no estoy en la luna.
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