El dinero es mercenario y como tal no no sabe de ideología. Menos aún de buenas intenciones. Suele escapar a lugares donde más produce o se refugia en paraisos de vacación fiscal. Hace años se supo de inversiones bursátiles vaticanas en empresas de preservativos y ahora algunas ONG están siendo investigadas por la fiscalía anticorrupción. Al final siempre pierden y ganan los de siempre.
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