Me ha fascinado el planteamiento, inverso al habitual, de quien defendía [lamentablemente no he podido oir el nombre] que los mayores no necesitan seguir siendo engañados por la sociedad de consumo productiva, no tienen porque hacer todo y de todo sino adaptarse a su nueva vida y disfrutarla de diversa manera. No hay que caer en las trampas de quienes gestionan economías mundiales con las pensiones. No se trata pues de seguir corriendo si no de andar. Ser felices en definitiva.
Claro que según un estudio somos, tras los rusos, los más felices y los que más gastamos en ocio. Uno que es malo, calcula que el estudio de ocio se ha hecho sobre el consumo de alcohol, tabaco y cannabis porque...
Si somos tan felices ¡cómo es posible que tengamos 4 millones de diagnosticados como depresivos! Casi tres veces más que la tasa mundial habitual. Mientras los médicos, de cabecera, puedan seguir recetando sin piedad antidepresivos podremos repartir felicidad en una cápsula.
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