El colchón había adoptado su forma impidiéndole salir de la cama. Pensó en el trabajo y decidió que le era imposible acudir al mismo, ni siquiera una grúa podría levantarle porque de todos modos lo que le invadía eran ganas de vomitar. A su lado dormía plácidamente la mujer. Pensó también en la niña que dormía en una habitación cercana. Lloró y supo que nada ni nadie conseguiría sacarle de ese sufrimiento.
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