La maldita y recurrente fiebre ha vuelto a pillarme ayer tarde desprevenido. Confiar en uno mismo hace que no tomes el calmante y así me fue. Tras la tiritona y los 40º la patética tele me mostró un grupo de gente en una isla. Primero se peleaban por meter una pelota a traves de unos aros, todo en medio de un lodazal y propinando golpes a las chicas, que para eso son más débiles. Luego a los ganadores cubiertos de barro, repito, se les daban -ojo- tres minutos para devorar unos pollos, pasta y fondue de chocolate. Los perdedores sólo miraban. Todo muy educativo y sensible. En televisión, como en política, parece que todo vale. ¡Loada sea la mierda!
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