A dos tiros de ballesta del castillo vivía el labriego que, con esmero, cuidaba de una parte importante de las tierras de la dama. Cada otoño, desde hacía seis, mandaba noticia a la corte sobre las previsiones necesarias para hacer frente al nuevo año y de este modo obtener más beneficios para la misma. Afrontaba la tarea de elaborar la nota con precisión economista y en ella solicitaba los bienes materiales imprescindibles para la producción así como más vasallos que le ayudaran en su trabajo. Nunca recibió respuesta a sus peticiones. Este año ni lo hago -se dijo.
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