El sábado por la mañana, volví a ver amanecer en el Valle. En el ruido ensordecedor del agua, al romper en mil sitios, me evado totalmente de cualquier pensamiento [de esos que nos quitan la vida sin darnos cuenta] y sueño con que los hijos de mi hija puedan seguir pescando en este rio.
Prefiero eso mil veces, a los diezmiles y diezmiles de turistas que -de no controlarlo- acabarán con este paraiso en cuatro fiestas del cerezo en flor. ¿No habéis ido por el Valle este fin de semana?. Pues eso.
Propongo un título específico de guía de rutas naturales extremeñas [¿no lo hay ya para guía de ciudad] de forma que los grupos sólo puedan pisar las reservas naturales con estos responsables. Yo viví esto hace ya lustros en California y Australia, y no me sentí pisoteado en mis derechos.
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