DADOS DE BASALTO

07 octubre 2005

Violencia de género

Desde las portadas y cabeceras de los medios de comunicación se afirma que agosto ha sido un mes horrible en cuanto a violencia de género se refiere y todo el mundo empieza a preguntarse por la eficacia de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género en la que muchos/ as depositaron sus esperanzas. Pero los ocho casos de agosto no difieren mucho de los ocho de junio o de enero.

Ya lo dijo mi cuñada hace mucho tiempo: “estos maltratadores no están bien de la cabeza” (sic) y como mi cuñada es una marisabidilla casi nadie en la familia le hizo caso, no vaya a ser que exista una disculpa para el maltratador.

Lo mismo les pasó –salvando las distancias- a los psicocirujanos Mark y Ervin cuando en el ya lejano 1970 escribieron “Violencia y cerebro” y atribuyeron la agresividad a descargas neuronales del lóbulo temporal. Casi todos se pusieron en contra, pero la idea sigue creciendo en distintas direcciones y ocasionando múltiples revolcones científicos.

El caso es que –y para no salirme mucho del tema- todos nos pusimos muy contentos cuando salió la mencionada Ley. Aparte de la publicidad –que tampoco es mala- aportaba medios legales y policiales e incidía en aspectos educativos.

Muchos hemos dicho desde hace tiempo que estas medidas sirven para lo que valen. Quien tiene un ataque de ira no se para a pensar en su futuro castigo o la moralidad del acto. Nos pasa a todos –no sólo a “mentes perturbadas”- que cuando vamos conduciendo y se nos cruza de malos modos otro vehículo o un peatón haciéndonos apretar el pie derecho fondo y dar un volantazo que no le miramos sonriente diciéndole “tenga vd. más cuidado caballero (o señora) y pase un buen día”

Cuando los esquemas de violencia de genero se repiten también en alumnos de secundaria (ellos y ellas) quiere decir que algo no funciona bien. Hace falta realizar un tremendo esfuerzo social, que nos incumbe a todos, y que va desde la invisibilidad evidente de la mujer (tanto en libros de texto como en puestos de trabajo) hasta la propaganda de usos violentos que de modo directo o indirecto se realiza con asiduidad. Habrá que estudiar también otras manifestaciones de violencia de nuestra sociedad ya que se transmiten de unas situaciones a otras como si fueran plantillas para copiar y por supuesto habrá que dotar de medios humanos (la negrita es mía) para prevenir las conductas y acompañar a victimas y agresores (si, también a estos)

No se trata ya de un gran debate para poner sobre la mesa un estudio que posibilite crear grupos de trabajo que etc, etc. Se trata de que haya al menos tantos agentes sociales (educadores, trabajadores, sicólogos, pedagogos etc.) como policiales y cuanto antes se tome conciencia de esto (sea cual sea el coste) mejor para todos. Las leyes se pueden cumplir o no. El miedo al castigo sólo crea una moral heterónoma que no sirve de mucho, sólo una moral autónoma recibida por educación e interiorización de valores funciona de verdad.
Diario HOY. 24.09.05

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