Uno va paseando por la calle, una calle no precisamente secundaria, y se fija casualmente en un cartel enmendado, seguramente, por alguien maravilloso que además parece que sabe de historia, pero a quien no consultaron para hacer la reseña monumental. Pobre. No creo que sea muy difícil encontrar al listo que enmendó y enmendarle a él. Digo.