Rumanía, 10 de agosto

Antes de dejar Cimpulung hemos visitado el museo de la madera. Muchas cosas, por supuesto, en madera. Algunas tan curiosas como cerraduras. El diseño recuerda a las actuales de seguridad [salvanado distancias] Luego paso por la tienda para mirar, que no comprar. Precios al alza y en euros. Para mi que aquí los gestores de museo son los dueños de los mismos. Después hemos visitado el monasterio de Bucovina, con preciosos frescos exteriores llenos de cosas bíblicas. Cosas, porque es más que biblia. Así representan sólo los concilios que reconocen. El de Nicea fue el último. Filósofos, santos, juicio final. Una catequesis, dos, tres que para eso se pintaba en la fachada. Antes de entrar en Suceava hemos visitado la fortaleza de Esteban el Grande -nunca conquistada en su época- hoy restaurada a medias. ¡Sorpresa! Fiesta medieval en su interior. Hay que hacer un monumento al primer/a que inventó estas fiestas y otro a aquellas ciudades que aún no la tienen [serán pocas] Suceava es una ciudad casi como las nuestras: McDonalds, niños en la calle, juegos, bicicletas y patines. El chófer cumplía años. Hemos celebrado un minibotellón junto al autobús. Bailes y gamberradas. Mañana más.