Vergüenza ajena me dio cuando alguien, extendiendo su alfombra para
poder pisar terreno político en las entonces próximas elecciones, afirmó
que su salario (que quintuplicaba el sueldo base que cobran muchas
personas) era un salario escaso (algo así dijo, también un día, la
dinamitera Aguirre). Vergüenza ajena me da cuando se afirma que con un
90% más del presupuesto que yo manejo apenas da para mantener la
actividad (que por otro lado es más que escasa). Flipo, flipando y a
otro lado patinando.