El Sr. mayor de raída barba se juntó con los amigos y amigas. De todo
había entre todos los presentes, amigos sinceros -que no conocemos-
amigos que hablan mal detrás, pero bien delante, amigos que hablan
delante mal y detrás también. Algunas avellanas parecen buenas, pero por dentro son amargas. El caso es que el señor mayor
les dijo, o dicen que dijo, o dicen que ni lo dijo: Si me dejáis en paz
hasta marzo, reparto mi herencia en las Primarias. Y así, todos
salieron contentos contando cómo por fin habían atravesado el terrible
desierto del desempleo.