No te digo cómo está mi ventana, ¿cómo está la tuya? Para mi que lo peor es nuestro YO Ciego, lo que los demás saben de nosotros y nosotros no conocemos. En la adolescencia, y en general los adolescentes, no creen que exista el ciego. Cuando creces más descubres que el ciego y el desconocido ocupa más espacio del deseable.
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