Lo peor del proceso digestivo es deshacerse de los restos. Lo más sucio de la consunción es la defecación. Lo peor de la vida es morir, nuestros restos son un problema y ni en cenizas desaparecemos del todo. Lo malo del pasar es el permanecer para siempre. Las ciudades no pueden con nuestros restos y es imposible reciclar lo irreciclable. El aluminio no muere, el plástico tampoco y las colillas de nuestros cigarros vivirán para siempre. Ahora resulta que lo peor de todo no es producir la energía, (quien me lo iba a decir a mi que siempre quise cerrar Almaraz), si no quedarse con los restos que vivirán para siempre. Mientras tanto el aire de aquí no es bueno y Francia se forra a nuestra costa (como siempre).
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