No hay ni una razón para salir de la cama. Ni un abrazo, ni siquiera una indiferencia. ¡Si al menos tuviera una esperanza!, como mínimo un odio que vengar. Pero no hay una razón. Ni una siquiera. Sólo hay lluvia, incansable humedad que enmohece mi alma, plas, plas, plas, plas.
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