Acojonado, o afectado por honda angustia, quedé sólo de pensar que el día siete, maravilloso número de junio para estar fuera de Polaria, se celebran elecciones al Palabrerío Europeo. Uno, como cualquier otro, también entra en el bombo de las mesas y aquí, lamentablemente, no cabe objeción, ni siquiera por motivo de conciencia.
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